Libro: Desde la Cueva (1) Fragmento

(Partes de una cueva)

1. La puerta de la cueva

A la cueva siempre se entra por la puerta de atrás como un hábil ladrón que ha estudiado durante días los diferentes accesos a Palacio hasta dar con la grieta, la abertura olvidada y no custodiada por los vigías.
(Los vigías siempre juegan a las cartas en los momentos críticos. Eso lo aprendí en las novelas que leía bajo la cama antes de dormir, cuando la noche viste las horas y los sueños son la puerta de escape. Y a todos nos gustan los naipes y ganar alguna que otra partida.) 
Dicha puerta es una O. Hay quien dice que es el minúsculo orificio de un odre, otros por el contrario aseguran que es el extremo más holgado de un embudo. Para los primeros la cueva es el seno de sus recuerdos; para los segundos una entrada sin camino, el hueco cóncavo de una cuchara; para mí la entrada a la cueva es una mirilla y un columpio.
(A los niños les gusta columpiarse. Desde el columpio todo se mueve y se transforma sin cesar. Las nubes aceleran el paso, los árboles extienden y recogen sus ramas siguiendo el ritmo de una danza muda, la tierra, la hierba y las piedras juegan a pillar, y las personas cercanas suben y bajan indecisas.)
La mirilla es una pequeña abertura circular que tienen algunos instrumentos topográficos para dirigir visuales. Esto me lo enseñó mi amigo Aldo que es topógrafo forense y cuentista, reinventa los escenarios de un siniestro y relata historias que nivela con su imaginación. 
Supongo que mi cueva es como las demás. Desde mi columpio y a través de la mirilla reconstruyo las distancias, juego con los deseos que se escapan de los bolsillos, cuento las sombras y sorprendo a los fantasmas rezagados. 

Marlo
(en el umbral)

Comentarios

  1. Hola.
    Gracias por visitar y seguir mi blog. Me ha gustado mucho este capítulo de cuevas y sobre todo columpios. Desde mi columpio pasaré a visitarte, con tu permiso te enlazo a balancearte en el sidebar de mi blog.

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